Las declaraciones de ayer del Papa Benedicto XVI atacando a los homosexuales y lesbianas no hacen más que alejarnos, a los católicos, cada vez más de la Iglesia. Vean sino estas retrógradas declaraciones, donde calificó la confusión de los sexos como una amenaza tan grave para la humanidad como el cambio climático:
"No es el hombre que decide, es Dios el que decide quien es varón y quien es mujer".
Y si a esto insistimos en declaraciones continuas en contra del uso de preservativos, la no aceptación del casamiento de los sacerdotes, de la intención de dar misas en latín o de espaldas a la gente, demuestran claramente una línea clara de división entre la gente que dentro de la Iglesia hace política y los que hacen servicio a la comunidad.
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