Luego de escuchar el somnífero discurso de nuestra presidenta Cristina, y confirmar que la silla con del defensor del pueblo estaría vacía, tengo el sentimiento que cuando uno no puede cambiar las cosas, hay que tratar de soportar de la mejor forma hasta el final este suplicio.
Sobre el discurso agregaré una editorial que leí hoy del Diario La Nueva Provincia que exime de todo comentario.
Para la gilada, ahora le dan destino a los fondos de las retenciones, pero creo que es simplemente una justificación de las mismas. Ahora destinarán esos fondos, y harán lo que quieran con los fondos que tenían destinado anteriormente para estos fines.
Como a los chicos o a los locos, si con esto se quedan tranquilos y creen que ganaron, dejemoslos que se lo crean y sigamos nuestra vida con la cuenta regresiva en mente. Hoy falta 1 día menos que ayer...
Editorial Diario La Nueva Provincia de hoy sobre el discurso presidencial:
De todos los discursos que pronunció Cristina Fernández desde su asunción hasta la fecha, el de ayer arrojó una novedad a su favor: evitó la crispación. Si se tiene en cuenta que es una mujer que parece vivir siempre al borde de un ataque de nervios, bienvenido sea el cambio. Fuera de esta formalidad, la señora de Kirchner mostró --cierto que con tono moderado-- la soberbia que es usual en ella. De creérsele, el campo tendría la culpa de todos los males habidos y por haber. Su gobierno, obviamente, estaría más allá de pecado. De creérsele, a partir de ahora utilizará buena parte de las retenciones en construir escuelas y hospitales. No explicó, claro, por qué habiendo recaudado la administración de su marido en los pasados cuatro años, 40 mil millones de dolares en concepto de impuestos a las exportaciones, esas obras brillan por su ausencia.
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