Los argentinos nos hemos ingeniado a través de los últimos años, a buscar la receta del mal vivir.
Con la excusa del justo reclamo, ó del mal gobierno que nos toca en suerte (pero al cual le hemos dado el voto popular porque no sabemos votar aún en esta joven pseudo democracia que tenemos), hacemos un esfuerzo impresionante para molestarnos entre nosotros.
Paros, cortes de ruta, cacerolazos en medio de la vía pública, piquetes, son la receta que utilizamos como presión para intentar solucionar nuestros problemas.
Lamentablemente, hemos llegado a la situación que problemas que debieran solucionarse en el Congreso de la Nación, ó en los organismos públicos referentes de cada sector, se deben solucionar mediante estas vías. Y esto sucede, ni más ni menos, porque todavía no sabemos votar, y le damos todo el poder al partido que gana la elección de presidente.
Tenemos que cambiar nuestra forma de votar, ya que no obtenemos los resultados deseados. Debemos repartir el poder, de tal manera que cuando votamos a un presidente de un partido, votemos a los legisladores de otro partido. Esto recuperará el sentido y el accionar del Congreso de la Nación. Hoy los legisladores son las marionetas del presidente.
Finalmente, si a todo esto, le sumamos el humo y la niebla, la vida en la Argentina es muy pero muy difícil.
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