martes, junio 10, 2008

Marcelo Arrabal: Sobre el discurso presidencial y 30 años tirados a la basura

Reflexión sobre la incoherencia y sobre las últimas cartas que se juegan... pacíficamente.

No me sorprendió en nada el discurso pronunciado ayer por la Sra. K donde anunció el plan oficial de redistribución social, donde con platas que no son de ella y que salen del saqueo a los particulares implementando un plan cargado de resentimiento y bronca contra las clases trabajadoras argentinas. Me refiero a las clases medias y altas, porque los demás hacen años que viven de arriba.

El dar por terminadas las negociaciones a mitad del conflicto, es un claro indicio de que el gobierno perdido la cordura y que la bipolaridad se traslado a las decisiones gubernamentales. Todo el mundo sabe que cortar el diálogo al medio de un conflicto, es terminar con las esperanzas de una salida pacífica. Una lástima, siguen pensando que tendrán posibilidades reales de imponernos un sistema anacrónico y que no representa a los verdaderos intereses de la nación. ¿Tanto rencor tienen nuestros gobernantes contra el sistema republicano? ¿De manera tan ruin quieren tirar 25 años a la basura? Es cierto que han habido aciertos y fracasos desde el 83 hasta hoy, pero es el precio de madurar como nación. Sería un retroceso inimaginable imponer una dictadura de cualquier tipo, un fracaso rotundo como sociedad y un claro sentimiento antipatriótico.

Por otro lado vemos como la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, solicitó hoy la detención de los dirigentes de las entidades agrarias que protagonizaron el paro tildándolos de: "grupos inmorales que usan perversos métodos terroristas e incitan actos de violencia utilizando mecanismos inconstitucionales".

Lo que no me deja de sorprender que bajo esta misma excusa sus hijos fueron privados de la libertad y la vida. El mismo argumento que ocupan contra sus adversarios ideológicos es el que les costo sus seres queridos. Conclusión: esta gente no aprendió nada en casi 30 años.

Una pena. Un desafío para los que aún creemos que el país puede ser justo y próspero trabajando, sin violencia y sin resentimientos.

Colaboración: Marcelo Arrabal

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